sábado, 6 de diciembre de 2008

Balance de cuarto de siglo en Argentina








Balance de cuarto de siglo

A 25 años del fin de la última dictadura militar, dirigentes, intelectuales y políticos coinciden en que la democracia tuvo conquistas, pero restan promesas por cumplir. Si bien hubo un avance en el respeto de los Derechos Humanos, el aspecto social y la equidad parecen ser las materias pendientes.


"Una feliz circunstancia ha querido que este día en que los argentinos comenzamos esta etapa de 100 años de libertad, de paz y de democracia, sea el Día de los Derechos Humanos. Y queremos, en consecuencia, comprometernos una vez más: vamos a trabajar categórica y decisivamente por la dignidad del hombre, al que sabemos hay que darle libertad, pero también Justicia, porque la defensa de los Derechos Humanos no se agota en la preservación de la vida, sino además también en el combate que estamos absolutamente decididos a librar contra la miseria y la pobreza en nuestra Nación”.

Con esta frase, el 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín ponía fin al que fue sin dudas el periodo más devastador de la historia Argentina, y se hacía cargo de un país quebrado, pero también de un sueño: la libertad, la paz social y la justicia.

Aún con el dolor reciente de más de 30 mil desaparecidos, una deuda externa aplastante, una economía quebrada y una guerra perdida, el flamante presidente electo después de siete años de terror prometía 100 años de paz, y remarcaba que “con la democracia se come, se educa y se cura”, dando por entendido que en el camino hacia un verdadero sistema republicano el primer paso era la libertad, pero sólo el primero, porque seguirían después aquellos que permitirían la dignidad de los hombres, enmarcada en el contexto de gobiernos constitucionales, edificados sobre la base de la confrontación de las ideas.

A 25 años de aquel estallido de alegría, donde el pueblo entero salió a la calle celebrar el fin de la dictadura militar, y con el anhelo de una democracia sin más interrupciones, políticos, dirigentes, e intelectuales analizan el cuarto de siglo y coinciden en un pensamiento, un resumen, una sensación: Podemos celebrar el Nunca Más, un cambio de mentalidad que ya no llama a los gobiernos de facto para “reinstaurar el orden”, una maduración cívica que lleva a ver al sistema republicano como el único camino posible, aún con sus falencias, pero falta. Restan que se cumplan garantías que la democracia prometía en ese no tan lejano 1983, y que tienen que ver precisamente con la dignidad. Esa que viene de la mano de la no exclusión y de la igualdad.

Un cuarto de siglo después, vale hacer un alto para reflexionar y mirar el camino recorrido, pero también para aventurar un estado de situación: ¿dónde estamos, y hacia dónde vamos?; ¿cuáles son las metas que a la democracia le quedan por cumplir?

Una de cal, algunas de arena. Y bien dicen que en fechas clave es inevitable hacer balances; por eso el balance se hace, y llega a través de las palabras de dirigentes históricos, que vivieron democracias débiles y dictaduras recurrentes durante todo el Siglo XX, en un país que por años no pudo hacer pie en la garantía de derechos fundamentales, como el ejercicio de la ciudadanía y la libertad.

“Yo, que viví 50 años anteriores a 1983, ensombrecidos por golpes de Estado, persecuciones y violaciones a los Derechos Humanos, debo decir con satisfacción que eso ha quedado definitivamente atrás. Mi reflexión a 25 años de la democracia es que a veces los argentinos no nos damos cuenta del progreso que significa vivir en una República. Si bien no todo es perfecto debemos rescatar estos aspectos positivos y no empeñarnos en resaltar sólo los negativos”, señaló en diálogo con Info Región Antonio Cafiero, que fue ministro de Comercio Exterior de la Nación ya en la segunda presidencia de Juan Domingo Perón, y desde allí pasó por más de una docena y media de cargos públicos, siempre de la mano del Justicialismo.

“Por eso, mi reflexión es que como saldo de estos 25 años, tenemos un país que vive en un clima republicano y democrático como no recuerdo en mis largos años de militancia. Si bien es cierto que las promesas de la democracia no se han cumplido en su totalidad”, admitió.

Desde la vereda política opuesta, en tanto, el dirigente radical Ricardo Alfonsín habla de los sueños que albergaba la UCR cuando su padre, Raúl Alfonsín, asumía el primer gobierno democrático después de la dictadura, y admite que algunos de ellos se cumplieron, pero hay otros que quedaron pendientes.

“Después de 25 años creo que hemos avanzado y progresado muchísimo en materia de Derechos Humanos, es cierto que ya no nos torturan, no nos violan, no nos impiden votar, reunirnos y expresarnos. Avanzamos en lo que es la consolidación de las instituciones y el imperio de la ley, pero tenemos una deuda muy grande en lo que tiene que ver con los derechos sociales: el derecho al trabajo, a la vivienda, a la educación y a la salud”, consideró.

“Creo que así como en el ‘83 nos propusimos recuperar los derechos civiles y políticos para lograr una convivencia civilizada, ahora debemos lograr avanzar sobre estos otros derechos, que también son fundamentales, porque la democracia no tiene que ver sólo con la libertad de elegir y ser elegido, sino también con un conjunto de valores que nos obligan a luchar por la dignidad el otro”, sostuvo.

En este marco, Mariano Lorences, que fue candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por la que fue la tercera fuerza en 1983, el Partido Intransigente (PI), también coincidió en que si bien el cuarto de siglo nos encuentra con algunos avances, la democracia aún no logra desarrollarse en su esplendor.

“Es indudable que se han hecho cosas buenas, pero también es evidente que predomina en la sociedad argentina , y se manifiesta sobre todo en los partidos políticos, un afán de contradicción que no está muy de acuerdo con el espíritu democrático, que tiene que ser más tolerante. No puede ser que aún hoy gobierno y oposición tengan que vivir confrontando. Es cierto que las democracias europeas se han perfeccionado mucho más pero también es cierto que nosotros, como pueblo, no ejercimos la democracia por muchos años”, sintetizó.


Una carrera con obstáculos. Lo cierto es que si la historia se juzga por los hechos, desde fines del 1983 a esta parte fueron varios los episodios que pudieron haber hecho caducar a una democracia incipiente, que aún cargaba con los recuerdos del terror y que en ocasiones tambaleó ante la inestabilidad de una conciencia social sugestionada por los años de plomo.

El levantamiento militar de Aldo Rico en la Semana Santa de 1987, dos alzamientos más en Monte Caseros y Villa Martelli, en 1988 y por último la rebelión militar que copó el regimiento de la Tablada, en enero de 1989 -todos ellos durante la gestión de Alfonsín- lograron debilitar el gobierno del radicalismo, golpeado ya por la hiperinflación y condicionado por el desorbitante endeudamiento externo, todas herencias de la dictadura.

A eso siguieron los saqueos, la apresurada salida del Presidente y la llegada de Carlos Menem, en 1989, que lanzó un osado plan de privatizaciones y de apertura económica y apostó a la convertibilidad, logrando crear una ilusión de bienestar que se esfumó en su segunda presidencia, con el alejamiento del gobierno del por entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, el alto índice de desempleo, y finalmente la recesión.

En ese entonces, el fantasma de la corrupción hizo descreer en la transparencia que la democracia debía garantizar y el indulto a los militares que habían participado de la represión condujo a dudar del sentido de la Justicia.

Luego siguió el débil gobierno de Fernando De la Rúa, el escándalo de las coimas en el Senado, una economía cada vez más desgastada y finalmente la crisis social y política del 2001, donde la frase “que se vayan todos”, los cacerolazos, la represión y el caos generalizado llevaron a pensar con más fuerza que nunca en una caída temida, pero que no se concretó.

“Las dificultades de la democracia argentina durante estos 25 años muestran aspectos a analizar, y uno de ellos es la incompatibilidad entre mercado y democracia. Aquello que quiere el mercado, que es a la competencia y a la preeminencia de algunos sobre otros, se da de patadas con el espíritu democrático que aspira a la Justicia y a la igualdad y ese es aspecto queda en evidencia en los países periféricos como Argentina, porque en los países más desarrollados, aunque se distribuya irregularmente, lo que se redistribuye es más, y esa inequidad de disimula”, analiza para Info Región el escritor e historiador Pacho O’Donnell.

“Otro aspecto que ha pesado en todos los gobiernos es el de la corrupción, uno de los grandes problemas de la democracia argentina. La corrupción de la clase dirigente es un mal ejemplo para el resto de los sectores sociales, y eso influye”, agregó.

Desde el campo de los Derechos Humanos, en tanto, coincidieron con el historiador y advirtieron que no son los golpes de Estado lo único que puede hacer caer a un gobierno constitucional.

“Creo que cumplir estos 25 años ha sido una carrera con inconvenientes muy grandes. No podemos obviar que desde el ‘83 a la fecha hay ciertos sectores que siguen intentando pegar un zarpazo. Hay muchas maneras de desestabilizar un gobierno sin dar un golpe militar”, reflexionó ante este medio la integrante de Madres de Plaza de Mayo, línea fundadora, Tati Almeida.

Y O’ Donnell resumió: “Realmente hubo crisis tan serias, que en otras circunstancias sin dudas hubieran significado la interrupción de la democracia, pero la experiencia de la última dictadura fue tan atroz que nos ha convencido que aún con sus falencias este es el mejor sistema”.



La importancia de lo logrado. Y quienes han vivido democracias y dictaduras, no lo dudan: siempre es mejor poder decidir, ser libres, opinar y discutir. Pese a todas las falencias que pueda tener un sistema republicano –y aún habiendo importantes promesas inconclusas- nada puede ser tan determinante como para suprimir el derecho al voto popular, la libertad de expresión y el ejercicio pleno de la ciudadanía.

“Personalmente vivo con enorme emoción este cuarto de siglo democrático, aún con sus más y sus menos, que sin dudas los tenemos –asegura a Info Región el dirigente peronista y ex diputado nacional Lorenzo Pepe- Y aquí hay algo importante que no podemos olvidar, y es que afortunadamente ya hay hijos de la democracia, chicos que nacieron con ella y gracias a Dios no han visto una dictadura, como nosotros, que hemos tenido que atravesar varios ríos de sangre”.

“Sí creo que deberíamos hacer una historia mucho más generosa, porque ésta sigue siendo excluyente, y es cierto que todavía hay mucho por hacer, porque hay que profundizar la democracia. De todos modos, hay una cosa en la que confluyo con un inglés: una vez dijo Winston Churchill—‘la democracia puede en ocasiones ser mala, pero hasta ahora no se ha inventado nada mejor’, y yo coincido plenamente con esa apreciación”, agregó el secretario general del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, luego de recordar las persecuciones, los atropellos y las vidas que se perdieron en las dictaduras que golpearon al país desde 1930 a esta parte, pasando por el bombardeo de 1955 que terminó de determinar la caída de Perón, y hasta la dictadura de Massera, Videla y Agosti, con su saldo de 30 mil muertos y toda una sociedad civil aterrada que vivió la experiencia de esos años de terror y de censura.

En el mismo sentido, desde Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora llamaron a defender las conquistas, sin dejar de pensar en las metas que restan.

“Realmente tenemos que preservar la democracia, y la manera de hacerlo es a través de la discusión constructiva. Hoy, afortunadamente, los Derechos Humanos son una política de Estado, aunque sí falta mucho por hacer para lograr esa Argentina por la que le arrancaron la vida a tantos jóvenes, entre ellos nuestros hijos. De todos modos, hemos tenido mucho logros, y hay que pensar en eso”, concluyó Tati Almeida.



Bodas de plata, tiempo de oro…. Y si de balances se trata, podría afirmarse que el tiempo es relativo. Según los historiadores, un cuarto de siglo es mucho en la vida de los hombres, pero no es tanto en la historia de una Nación y eso lo demuestran los hechos, que indican que si bien en 25 años hubo conquistas importantes, sobre todo en el campo de los Derechos Humanos, el paso del tiempo no alcanzó aún para demostrar que es posible garantizar la igualdad de oportunidades y que con la democracia, tal cual decía Alfonsín en 1983 “se come, se educa y se cura”. De todos modos hay algo que también es cierto, y es que el Nunca más está afianzado en la conciencia colectiva a fuerza de los dolores padecidos.

El jurista, filósofo y polítólogo italiano Norberto Bobbio, asegura que pese a las dificultades que deben atravesar las democracias modernas y pese también a su lista de objetivos no cumplidos, el sistema democrático “no está en crisis”, quizás porque los pueblos que han conocido las dictaduras son capaces de perdonarle las falencias.

En todo caso, no existen democracias ideales o perfectas, pero sí persiste la posibilidad de evolucionar, mejorar y trabajar para que las promesas se cumplan. Defender la democracia pese a todo, entonces, y no perder de vista el pasado, puede ser la clave para lograr trascender esos 100 años de paz con los que se soñó hace 25 años, cuando el marcador volvía a ponerse en cero

Fuente: Inforegion.com.ar

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