jueves, 20 de agosto de 2009

Ecología

La basura sin rienda

Por Gerardo Bernache Pérez

La generación de residuos tiene relación directa con los patrones de consumo de la población. Tales patrones han cambiado en las últimas décadas hacia el uso de más material para empaques, vida útil más corta de los productos y mercancías, reducción de los tipos de envases y botellas retornables, así como un aumento en empaques y materiales que se definen comercialmente como “desechables”, por lo que la produccion de basura va en aumento y se transformado en un problema serio. El reto es impulsar la gestión integral de los residuos sólidos municipales como parte de una amplia agenda municipal para el desarrollo regional sustentable. Este tipo de gestión es compleja y sólo se consolidará a partir del compromiso de los ayuntamientos y de la amplia participación ciudadana.

La basura es un problema porque su producción va en aumento y no hay un manejo apropiado ni un control de sus impactos. Por una parte, su manejo demanda montos considerables del presupuesto de los ayuntamientos y la disposición final es la única forma de deshacerse de la basura. No hay tratamientos de los residuos y son escasos los programas efectivos de separación, por lo que la mayor parte de la basura termina enterrada en condiciones deplorables y ocasionando altos niveles de contaminación en el sitio y en la región.

La responsabilidad del manejo de los residuos sólidos la tienen los ayuntamientos y éstos, por lo general, no cuentan con el personal capacitado, ni los recursos económicos para brindar un servicio de recolección eficiente y un tratamiento que no ocasione contaminación ambiental. En la realidad, los gobiernos locales se ven rebasados por las montañas de toneladas de basura que generan las actividades de producción, comercio y consumo.

¿Cuánta basura se tira?

La generación de residuos tiene relación directa con los patrones de consumo de la población. Tales patrones han cambiado en las últimas décadas hacia el uso de más material para empaques, vida útil más corta de los productos y mercancías, reducción de los tipos de envases y botellas retornables, así como un aumento en empaques y materiales que se definen comercialmente como “desechables”.

Si en 1950 cada habitante tiraba unos 300 gramos de residuos y el país tenía 25.8 millones de habitantes, ahora, en la primera década del siglo XXI, ha triplicado los montos de generación de residuos y tira unos 900 gramos. El último censo nacional apunta que la población supera los 103 millones de mexicanos. Lo anterior significa que si en los cincuenta se generaban 7 mil 740 toneladas de residuos, para el 2005 son unas 93 mil toneladas cada día. Como se puede apreciar, el problema se ha crecido de manera exorbitante. El manejo de cada tonelada de residuos municipales cuesta un poco más de 200 pesos, por lo que la estimación del costo de su manejo –distribuido en los ayuntamientos del país– está en el orden de los 20 millones de pesos diarios y unos 7 mil 300 millones de pesos anuales.

Los patrones de consumo no son iguales en todo el país y se pueden encontrar diferentes condiciones y variables que inciden sobre éste en diversas ciudades mexicanas. Esto se ilustra con la generación de residuos municipales, pues los estudios de las diversas ciudades reportan cantidades per capita que van de los 715 gramos en Morelia, a los 898 gramos en Hermosillo y 914 en Guadalajara. Se estima que, en promedio, cada mexicano tira unos 900 gramos diarios de basura, aunque en la zona metropolitana de la Ciudad de México el monto puede llegar a los mil 400.

Durante la década de los noventa, los residuos que generaba el Distrito Federal representaban el 14 por ciento del total nacional, con un promedio diario de 12.5 mil toneladas y cerca de 4 mil 581 millones de toneladas anuales. Para 2008, se calcula que la zona metropolitana de la Ciudad de México generó más de 20 mil toneladas diarias.

En segundo lugar de producción de residuos, vienen las ciudades de Monterrey y Guadalajara, cuya generación de residuos municipales es superior a las 4 mil 500 toneladas diarias.

El reto de la gestión integral de los residuos

El manejo de los residuos plantea una serie de retos para controlar la alta producción de basura, para establecer sistemas eficientes de recolección y transferencia, así como controlar los vectores de contaminación en los vertederos. Estos problemas de manejo de residuos se relacionan directamente con la voluntad política para resolverlos y con los recursos financieros necesarios para solventar el servicio, esto en el nivel de los gobiernos locales. Si bien es cierto que en muchos municipios se evidencia una falta de compromiso de las altas autoridades, también es una realidad que los ayuntamientos carecen de los recursos necesarios para costear un servicio eficiente y con una cobertura amplia.

El desafío de la gestión pública en cuestión de manejo integral de residuos es múltiple. En primer lugar hay que mencionar el impulso necesario a programas de amplia participación social que incorporen a grupos vecinales en la transformación de basura en residuos, en subproductos materiales para el reciclaje. Así pues, las nuevas propuestas para un manejo sustentable de los servicios urbanos giran alrededor de la participación ciudadana y la cogestión de los residuos.

En segundo lugar viene el proceso de reciclaje propiamente. Incluye, por una parte, la consolidación de programas de separación y, por otra, la eficiente comercialización de los materiales separados para incorporarlos como materia prima en un proceso de producción industrial. Es importante promover y consolidar nuevos mercados para la comercialización de materiales separados provenientes de los programas de manejo de los residuos sólidos municipales. Hasta ahora, ése ha sido el cuello de botella que ha desalentado los programas de separación porque no es fácil comercializar los subproductos separados. Los residuos separados no van al vertedero por lo que no producen contaminación.

En tercer lugar está la minimización o reducción en la producción de basuras. Aunque las estrategias disponibles para lograrlo actualmente son pocas, se requieren cambios sustantivos en las formas de distribución y comercialización de productos. La minimización tiene que ver con una serie de acciones enfocadas a generar cambios en los sistemas productivos (por ejemplo: evitar los empaques desechables) y modificaciones de fondo en los actuales patrones de consumo. La reducción implica generar menos desechos de empaques y materiales pues así las personas tirarían menos basura.

La Ley General para la Prevención y la Gestión Integral de Residuos, aprobada en el 2003, brinda un marco normativo que permite enfrentar el problema de los residuos urbanos con una gestión pública más coherente con los principios ambientales y con mayor eficiencia en el rubro administrativo. La ley ha reorientado las políticas públicas en materia de manejo de residuos hacia la gestión integral para el desarrollo sustentable a partir de un esquema de responsabilidad compartida entre las autoridades y los ciudadanos.

El reto es impulsar la gestión integral de los residuos sólidos municipales como parte de una amplia agenda municipal para el desarrollo regional sustentable. Este tipo de gestión es compleja y sólo se consolidará a partir del compromiso de los ayuntamientos y de la amplia participación ciudadana.

La obligación de separar los residuos en Jalisco

La Norma Ambiental Estatal NAE-SEMADES-007/2008 del estado de Jalisco, que entró en vigor a finales del año pasado, establece “los criterios y especificaciones técnicas bajo las cuales se deberá realizar la separación, clasificación y valorización de los residuos”. Es decir, la publicación de la norma referida establece que es obligatorio para los ayuntamientos y las empresas que son responsables del manejo de residuos en el estado.

La norma fue redactada por la Secretaría Estatal del Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades) y está dirigida, en primer lugar, a los ayuntamientos que son los responsables de brindar el servicio de limpia en los municipios. En segundo lugar, se dirige a las empresas concesionarias de los servicios de recolección y disposición final de residuos municipales. Y en tercer lugar, a las empresas que brindan servicio de recolección a comercios e industrias.

Aunque la norma tiene una buena intención y es deseable promover la separación, el hecho es que un decreto no es la solución mágica para un problema de grandes dimensiones. Para recolectar separada la basura, mantenerla separada y usarla como materia prima (reciclaje) se requieren de cambios importantes en los procesos y en las formas tradicionales de manejo de residuos.

Tales cambios implican nuevos conocimientos, inversiones considerables en equipo de recolección separada, sistemas de control de calidad de la separación, programas de comercialización de materiales recuperados, industrias capaces de absorber el flujo de materiales para producir nuevos productos y un consumidor que busca comprar mercancías que tienen un componente de materiales reciclados (compra verde).

Cuando no se está preparado para realizar el cambio de la estrategia de gestión de residuos, el resultado deja mucho que desear. Los ayuntamientos de Jalisco, como los del resto del país, no están preparados para el cambio y han improvisado mecanismos para tratar de cumplir, a medias, con la recolección separada.

En el caso del municipio de Guadalajara, la empresa concesionaria Caabsa no tiene interés en manejar los residuos separados, ni en promover una gestión integral; su negocio es que se produzca más basura y enterrarla al costo más barato; evitando, en lo posible, cumplir con la normatividad ambiental vigente. Por lo tanto, la recolección separada se reduce a recolección de material orgánico los lunes, miércoles y viernes, y los inorgánicos, los martes, jueves y sábados.

Después de cuatro meses de vigencia de la norma de separación, ésta sólo se hace en un sector del municipio. La recolección separada no tiene supervisión, por lo que si un usuario se equivoca de tipo de materiales, o no quiere separar sus residuos, el camión recolector de cualquier manera recoge sus basuras de la misma forma que lo hacía antes. Se estima que más de la mitad de la población sí ha respondido al llamado de separar sus residuos. La otra mitad podría responder también si se viera bajo la lupa de la supervisión a la hora de entregar sus residuos.

Por otra parte, un seguimiento al camión recolector que va a descargar al vertedero Los Laureles, comprueba que al llegar a este sitio deposita su carga directamente en la trinchera donde es enterrado. En el sitio no se sigue el proceso de terminar el proceso de separación de todos los materiales por lo que no se comercializan ni son aprovechados por la industria.

Esto se debe en parte en la actitud negativa de la empresa concesionaria respecto a la norma de separación. Otra razón, también de mucho peso, es que los precios de los materiales recuperados han caído considerablemente al aumentar la oferta, mientras las pocas industrias que absorben el flujo de estos materiales se han visto saturadas. Esto es un cuello de botella que obstaculiza las buenas intenciones de separación.

Por último, las empresas e industrias no generan productos con material reciclado porque al consumidor mexicano no se hace a la idea de que los productos nuevos que compra tengan algo de “basura” sucia. Lo cual no es así. Tal actitud del consumidor inhibe el desarrollo de nuevos productos reciclados y por lo tanto no hay una buena demanda de materiales separados.

Prohibir las bolsas de plástico ¿una solución?

El 17 de marzo pasado, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó una modificación a la Ley de Residuos Sólidos en la que se prohíbe a los establecimientos comerciales regalar bolsas plásticas para empacar sus mercancías.

A pesar de que la bolsa de plástico está en todas partes, su aporte al torrente de basura que se genera a nivel municipal es apenas de 4 por ciento. Las bolsas que regalan los establecimientos mercantiles suman quizá 2 por ciento. Suponiendo que la prohibición de usarlas fuera exitosa, únicamente solucionaría una pequeña parte del problema de la basura en la Ciudad de México: 280 toneladas diarias. ¿Cómo se efectuará el manejo apropiado de las otras 13 mil 720 toneladas diarias de basura que produce el DF? Veamos la medida desde otro problema muy focalizado: los pañales desechables. En el DF se recogen cada día más de 700 toneladas de pañales usados ¿habría que prohibirlos también?

Parece evidente que se ha abusado del uso de la bolsa de plástico y ahora la encontramos en el supermercado, en la taquería, en el puesto de frutas y verduras y muchas otras partes. Recibimos bolsa sobre bolsa. Es un hecho que no queremos tantas y no sabemos que hacer con ellas, excepto tirarlas a la basura.

La prohibición refleja una buena intención por parte de los legisladores que la aprobaron, pero igualmente su ignorancia respecto a un problema sumamente complejo que no se resuelve con la promulgación de una ley que prohíbe un artículo específico.

A Estados Unidos llegó el furor del “plástico biodegradable” a principios de los años noventa. Sin embargo, duró poco cuando después de un escrutinio detallado se determinó que tales plásticos eran más un resultado de una estrategia de comercialización que un producto realmente biodegradable.

En aquel entonces se le añadían ciertos aditivos al plástico, por lo general a base de harina de maíz, que supuestamente garantizaban la biodegradación. Algunos expertos señalaron que, a final de cuentas, tales bolsas resultaban en un mayor desperdicio de plásticos pues las bolsas biodegradables eran más gruesas, de otra manera se rompían fácilmente.

Algunos estudios del profesor William Rathje (Universidad de Arizona) en rellenos sanitarios de Nueva York, Chicago, Phoenix y Tucson determinaron que las bolsas de plástico “biodegradables” se rompen y forman escamas (pedazos pequeños de plástico) en el contexto del entierro de basura, pero eso no significa que se degraden.

La conclusión es que se puede hablar mucho sobre la “biodegradación” de ciertos plásticos y otros materiales sintéticos, pero su degradación completa en las condiciones específicas de los vertederos es algo que está por demostrarse aún.

Por otra parte, el papel es un material más benigno con el ambiente y es 100 por ciento reciclable. Lo anterior quiere decir que si queremos separar y reciclar el papel lo podemos hacer sin mayor problema. Pero que un artículo o un material de papel sea reciclable, no quiere decir que será, de manera automática, reciclado por los consumidores. Si las bolsas de plástico se cambian por bolsas de papel grueso puede traer un gran beneficio. Siempre y cuando estas bolsas se separen y se reciclen. De otra forma, el impacto ambiental será negativo a la larga porque usaremos más papel y terminaremos talando más árboles para producirlo.

Las pretendidas soluciones fáciles y por decreto son una ilusión de que se puede cambiar el mundo con una frase escrita, sin hacer nada más y dejándole toda la responsabilidad a un sector específico de la sociedad: los establecimientos comerciales. El problema de la basura se solucionará con una combinación de políticas públicas novedosas, con programas sólidos de gestión, con educación y cultura ambiental, con participación ciudadana y con el compromiso de todos. Las leyes y las prohibiciones pueden jugar un papel importante en una estrategia integral de manejo sustentable de residuos. Pero por sí mismas y de manera aislada no resultan en una solución casi milagrosa a los grandes problemas que afrontamos en el manejo de las basuras. www.ecoportal.net

Gerardo Bernache Pérez - CIESAS Occidente - Mexico - La Jornada Ecológica













Cambio Climático

La importancia del cambio climático y como afectará a la Argentina

17-08-09 Por Cristian Frers

El cambio climático es la mayor amenaza ambiental de este siglo, con consecuencias económicas, sociales y ambientales de gran magnitud. Todos sin excepción; los ciudadanos, las empresas, las economías y la naturaleza en todo el mundo están siendo afectadas.Ya no hay discusión científica acerca de las dramáticas consecuencias del cambio climático global que está soportando el mundo: con islas que se hunden, huracanes que destrozan, glaciales que deshielan y ecosistemas que desaparecen.

El clima ejerce una enorme influencia en la naturaleza y en nuestras vidas, determina en gran medida la fauna y la flora de cada lugar, la cantidad de agua dulce disponible, los cultivos... y al final también influye en la cultura y medios de vida de cada región del mundo

Desde los primeros tiempos las variaciones climáticas han modelado el destino de la humanidad, y el ser humano ha reaccionado en gran medida adaptándose, emigrando y desarrollando su inteligencia. Durante las últimas glaciaciones, los niveles de los océanos descendieron y los seres humanos se desplazaron a través de puentes continentales desde Asia hacia América y las islas del Pacífico. Desde entonces se han registrado numerosas migraciones, innovaciones y también catástrofes.

Algunas de estas han tenido su origen en pequeñas fluctuaciones climáticas, como unos pocos decenios o siglos de temperaturas levemente superiores o inferiores a la media, o sequías prolongadas. La más conocida es la Pequeña Era Glaciar, registrada en Europa a comienzos de la Edad Media que provocó hambrunas, insurrecciones, y el abandono de las colonias septentrionales en Islandia y Groenlandia. El hombre ha soportado durante milenios los caprichos climáticos, recurriendo a su ingenio para adaptarse, incapaz de influir en fenómenos de tal magnitud.

Actualmente, es un hecho científico que el clima global está siendo alterado significativamente en el siglo XXI, como resultado del aumento de concentraciones de gases invernadero tales como el dióxido de carbono, metano, óxidos nitrosos y clorofluorocarbonos. Estos gases están atrapando una porción creciente de radiación infrarroja terrestre y se espera que harán aumentar la temperatura planetaria entre 1,5 y 4,5 °C (el llamado Efecto Invernadero y Calentamiento Global). Como respuesta a esto, se estima que los patrones de precipitación global y corrientes marinas también se alteren. Asociados a estos potenciales cambios, habrá grandes alteraciones en los ecosistemas globales.

El cambio climático es la mayor amenaza ambiental de este siglo, con consecuencias económicas, sociales y ambientales de gran magnitud. Todos sin excepción; los ciudadanos, las empresas, las economías y la naturaleza en todo el mundo están siendo afectadas.

Ya no hay discusión científica acerca de las dramáticas consecuencias del cambio climático global que está soportando el mundo: con islas que se hunden, huracanes que destrozan, glaciales que deshielan y ecosistemas que desaparecen. Los modelos más desarrollados y probados del mundo coinciden en pronosticar un panorama desolador para los próximos 50 años.

Los próximos años serán cruciales. Una pata importante de esa carrera contra el tiempo es el acuerdo al que puedan llegar los países desarrollados y en vías de desarrollo. También es muy importante comprender que con sólo eso no alcanzará, que se necesita mucho más.

Dada la complejidad del problema y su multicausalidad, las acciones tendrán que encararse desde distintos flancos; ninguno de ellos de fácil resolución. Por otra parte y debido a que el cambio climático constituye un problema de características mundiales, la acción de unos pocos países sin el compromiso real del resto de los países del mundo (especialmente los más poderosos y desarrollados), no conducirán a la solución ni a la minimización del problema.

En términos generales, las líneas de acción podrían ser las siguientes:

Transporte: Es un sector muy dependiente de los combustibles fósiles, cuyas emisiones de dióxido de carbono, ya en 1990 alcanzaban el 28% de las emisiones de origen energético y continúan creciendo rápidamente. Hay que potenciar los medios de transporte más eficientes como el transporte público y el ferrocarril convencional para desplazamientos interurbanos. También es necesario impulsar la fabricación de motores de tecnologías menos consumidoras de carburante.

Eficiencia energética: Es la obtención de los mismos bienes o servicios con menor gasto de energía. Se trata de usar nuevas tecnologías como en el caso de las lámparas de bajo consumo en iluminación. Las inversiones en eficiencia además resultan rentables a corto o medio plazo.

Ahorro de energía: El aumento en el consumo de energía que viene experimentando nuestro país no responde, en gran medida, a la satisfacción de necesidades básicas sino a la creación de nuevas necesidades típicas de países ricos: por ejemplo el incremento de instalaciones de aire acondicionado que han supuesto un notable crecimiento del consumo eléctrico en verano. si se promocionaran medidas de aislamiento térmico de edificios, y de uso adecuado de la electricidad (no para calefacción ni para cocinar) se obtendrían ahorros considerables de emisiones.

Energías renovables: La promoción de energías de bajo impacto ambiental como la eólica, la solar térmica y fotovoltaica, minihidráulica y biomasa, en un contexto de promoción del ahorro y la eficiencia llevan a la sustitución de las energía fósiles y por tanto a la reducción de emisiones de dióxido de carbono.

En la República Argentina, con su inmensa variedad de suelos y climas, no se queda afuera de estas proyecciones climáticas. Algunos serán cambios negativos; otros positivos. Inviernos más templados reducirán el abultado gasto en calefacción de los habitantes de la Patagonia, pero el aumento de precipitaciones asociado empeorada allí los problemas de erosión. Algunas regiones poco productivas podrían verse beneficiadas por un incremento de la actividad agropecuaria.

El Litoral y la Pampa Húmeda sufrirán inundaciones más frecuentes, y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires soportará mayores precipitaciones y veranos más sofocantes.

Los eventos extremos, como tormentas, sequías, olas de frío o calor, serán más comunes. Otro aspecto importante será el agua. La región de Cuyo podría sufrir sequías importantes al disminuir la cantidad de nieves en las altas cumbres. A su vez, la Capital Federal podría también tener problemas de abastecimiento de agua potable por el aumento del nivel del mar previsto entre 9 y 88 centímetros, que afectará al Río de la Plata. Los vectores de enfermedades, como el dengue y el paludismo, ya han iniciado su migración hacia latitudes templadas.

Así, generalizando, gran parte de nuestro territorio tendrá inviernos más templados, veranos más sofocantes y una Ciudad Autónoma de Buenos Aires casi, casi tropical. Con lluvias breves e intensas, seguramente los pulóveres de lana gruesa y las camperas más abrigadas pasarán definitivamente a cuarteles de invierno.

En promedio, la temperatura aumento un grado en el territorio argentino durante el último siglo. El promedio de 14 modelos climáticos prevé un incremento de 1,5 grados más para el año 2030 en el norte del país –donde las zonas de calor se harán más severas-, y de 0.7 grados en el extremo sur.

En la desembocadura del Río de la Plata, el mar creció 17 centímetros durante el siglo XX, y se estima que a lo largo del siglo XXI podría subir otros 50 centímetros.

El doctor Vicente Barros, del Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, expreso que “El cambio climático no hará sino anticipar los problemas que podría tener la Argentina a largo plazo en materia energética y del uso del agua y del suelo, por lo que las medidas a adoptar, en buena parte coinciden con la respuesta que el país debe enfrentar en esos sectores. En el caso de la energía, las soluciones a largo plazo pasan sobre todo por su uso racional y por el desarrollo de energías renovables. En algunas provincias –Salta, Santiago del Estero y Chaco- habrá que frenar ya la deforestación, para evitar que las tierras desmontadas no sirvan ya para la agricultura y se desertifiquen”.

El doctor Barros continuó con su exposición, expresando: “Si uno mide las emisiones por habitante. Argentina está por encima del promedio, y emite más que China, Brasil e India. Si ellos adquieren compromisos para bajar sus emisiones es probable que no permitan que países con mayores emisiones por habitante no hagan lo mismo”.

Hay quienes expresan que, como no estamos seguros de cómo será el cambio climático, debemos hacer poco o nada. Lo cierto es que un gran número de personas se niegan a aceptar los hechos. Menos, aún, están dispuestas a considerar que ellas tienen algo que ver con el asunto. Lo más sencillo psíquica y políticamente es interpretar lo que a uno le gustaría interpretar, o bien patear la pelota afuera del campo de juego.

Mi opinión personal es que la incertidumbre debe hacernos actuar hoy, no mañana ni pasado, más resueltamente. Según la Organización Meteorológica Mundial, la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera llegó a un nivel récord en el año 2005. El 62% de las emisiones de gases que causan el efecto invernadero corresponden al dióxido de carbono. El actual Protocolo de Kioto no permitirá estabilizar estas concentraciones, sino que a lo sumo frenará el crecimiento.

Precisamente, lo que se debe discutir son las medidas a tomar después del 2012, cuando expire nombrado Protocolo. Sé podría abordar este problema a escala mundial con un impuesto acordado globalmente, lo que no significa un aumento en la fiscalidad total, sino simplemente un sustituto en cada uno de los países de los impuestos actuales por un impuesto a la contaminación, por dióxido de carbono. Tiene mucho más sentido gravar lo dañino, como la contaminación, que lo positivo como el ahorro y el trabajo.

La Tierra esta sufriendo de fiebre y está no es una buena señal. La culpa es de todos. De la sociedad humana, con sus perversiones, su irresponsabilidad, su corrupción, sus intereses, su egoísmo, su hipocresía.

Si la Tierra está molesta, cada vez más enojada, es por culpa de todos. Cada vez le hacemos más daño. Y cuando la culpa es de todos, no significa que ella no sea de nadie en particular. Es de cada uno, según su grado de responsabilidad.

Estamos muy enfermos, y no nos damos cuenta. Enfermos de soberbia, de materialismo, de codicia. Pero podemos reaccionar. Podemos hacer un examen de conciencia; entrar en conversiones con nuestro ser profundo, con la parte elevada que hay dentro nuestro y ver si podemos cambiar, aunque sea en algo. Antes de que sea demasiado tarde.

Sólo tenemos un planeta y debemos conservarlo como un tesoro. El calentamiento del planeta es un riesgo que no podemos permitirnos el lujo de seguir desconociendo. www.ecoportal.net

Cristian Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social

Nuestras colonias de inmigrantes

Rincón GauchoTras los pasos de los colonos irlandeses

La periodista Virgina Carreño brindó una charla en la que repasó el aporte de los inmigrantes al campo argentino

lanacion.com | Campo | S�bado 16 de mayo de 2009

About Me

Mi foto
En este nuevo blog intentaré dejar plasmado mis trabajos en pintura. Gracias por ser parte de él.