miércoles, 4 de junio de 2008

Educación en las cárceles

¿La educación es un freno a la delincuencia?

En los últimos tiempos, muchos programas de televisión se realizaron en base a la vida detrás de los paredones que dividen la libertad del encierro, lo lícito de lo ilícito, lo que "está bien" y lo que debe ocultarse. Así, las cárceles argentinas se convirtieron en pseudos shows de un mundo que se intenta mantener escondido y separado de la sociedad.

La obligación de que los penales sean "sanos y limpios" parecen ser una mera broma por parte de la Constitución Nacional al ver lo que realmente son las cárceles nacionales. Pero, ese contexto oscuro parecer tener un halo de esperanza cuando se ve cómo influye la educación en los detenidos.

El Centro Universitario de Devoto (CUD) es un ejemplo de lo que el trabajo, compromiso y la perspectiva de un futuro mejor, pueden hacer en una persona con un pasado condenado pero con un futuro que, con la ayuda pertinente, puede cambiar su historia.
"Por la cantidad de tiempo que experimenté dando clases a detenidos, el resultado fue muy bueno. La prueba de fuego es cuando las personas comienzan a estudiar y modifican su comportamiento, porque ven que este es un camino a la responsabilidad, a nuevos valores. Para eso sirve la formación", destaca la Coordinadora del Departamento de Ciencias Económicas del CUD, Estela Camarota.


La profesional hace más de 17 años que se dedica a dictar clases en diversos penales del país, pero nunca dejó su labor como docente en la UBA misma. En el equipo general participan alrededor de 30 personas que también se encargan de la cursada y asisten a alrededor de 70 alumnos. Según la docente a los estudiantes del penal se les exige lo mismo que a los cursantes "en libertad": deben cumplir un régimen de asistencia, tienen la misma bibliografía que en los cursos regulares y deben aprobar con el mismo sistema de calificaciones que se da en otras universidades.

"Son de cinco años en adelante para casi todas las carreras que ellos deben cumplir. Se les exige lo mismo que se le pide a los que cursan en libertad porque es la facultad la que concurre a la cárcel -afirma Camarota y destaca- somos los mismos que les enseñamos a diferentes alumnos".

La docente habla con convicción acerca de su trabajo y de los resultados que dan en los detenidos. Las cifras que manejan las propias fuentes del penal hablan de un porcentaje (2%) muy bajo el que vuelve a reincidir en el delito, en comparación con aquella población que no accede al estudio estando detenido. Posible esperanza, muchos de los que cumplen condenan nunca pensaron en estudiar y, mucho menos en conseguir un título universitario. Varios lo viven como un sueño hecho realidad que sólo pudo ser posible gracias a su triste paso por el penal.
"Comienzan con una cierta timidez, varias veces por un complejo de inferioridad, con mucha cautela y, poco a poco, van probando sus propias energías y empiezan a creer en ellos mismos. Luego en nosotros".


Camarota destaca que, con este cambio de actitud, "comienzan a plantarse mejor ante lo que se le viene, un verdadero desafío". "Pero salen refortalecidos, pueden asumir que pueden retornar a la libertad con responsabilidad".
Pero Juan Carlos Andrade, uno de los creadores del documental sobre el Centro, No Ser Dios y Cuidarlos, destaca que la decisión de estudiar durante el cumplimiento de una condena no es algo fácil. "Cualquiera que intente leer en un lugar donde hay violencia, hacinamiento o cumbia hasta cualquier hora, sabe que no tendrá muchas posibilidades de seguir una carrera, pero esta gente, aún estando presos, lo hace".


El documental realizado por Andrade y Dieguillo Fernández intenta abordar la vida de los profesores, organizadores y los presos durante la cursada y tras recibir su título. Según el creativo, el paso por la cárcel no deja, en su mayoría, buenos resultados.

"La cárcel está pensada para que el que vaya no vuelva. Si vas a ver a alguien, seguramente no vas a querer volver porque lo que se intenta es que estos sitios sirvan como depósitos para los que no queremos ver (...) La gente sabe que ese lugar existe pero nadie los mira. No es lo mismo saber lo que significa la palabra hacinamiento que vivirla".

Andrade destaca que "la educación cura y ayuda" pero también señala que en las cárceles argentinas hay poco apoyo para que esto se siga realizando. "La Constitución nacional no habla de destruir moralmente al que está detenido, sí de ayudarlo, porque muchos que entran por robar luego salen a matar".
Hasta el momento, en los diversos lugares del mundo en donde la educación es la base de un sistema carcelario encargado de la rehabilitación de los condenados, los resultados han sido más que favorables.

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